Jejejejeje, a veces leer el periódico (cualquiera de ellos)
se convierte en un reto, en un verdadero pasatiempo.
No por las noticias en sí, que cada una tiene lo suyo, sino
por la forma de redactarlas, de colocarles titulares, entradillas, … ¡Ve uno
cada cosa…!
A ver, hablamos Castellano, idioma muy rico, capaz de
calificar usando decenas de sinónimos y de expresar decenas de ideas usando una
sola forma. Pero lo usamos mal, muy mal o, al menos, no tan bien como sería
deseable.
Datos de esa riqueza son sin duda sus estadísticas. Cuando
se publicó la vigésima segunda (o vigésimosegunda, que ambas formas están
aceptadas, luego son correctas) edición
del diccionario en el año 2001, los datos eran:
-Lemas: 88.431
-Acepciones de lemas: 161.962
-Formas complejas (formadas por más de una palabra): 25.547
-Acepciones de formas complejas: 28.619
-Acepciones y marcas americanas: más de 36.000
Y podríamos seguir, pero creo que no hace falta.
Cuando no son faltas de ortografía, de esas que duelen, son
defectos en el uso de los signos de puntuación (que ya sabemos de la
importancia de una simple coma, no ya si se usa, sino por dónde se usa), o son
detalles a la hora de construir un titular, que te hacen pensar una cosa y si
lees el artículo completo ves que es todo lo contrario, o aparecen matices
nuevos a lo que habías pensado al principio.
Ejemplo real, reciente: Dice el titular ‘Fallece un
motorista en xxxxxx al colisionar con un turismo’. Lo lees y piensas, oh, es
que van como locos. Asocias moto a gran cilindrada, a gran potencia, a
descerebrado conduciendo, … (no me digáis que no, que es así, solemos
generalizar, mejor dicho generalizan los que no tienen ni idea de lo que
hablan. Ni todas las motos son de gran cilindrada, ni las barbaridades se hacen
con las grandes o con las pequeñas, ni la potencia depende exclusivamente del
tamaño del motor, ni todos los que hemos conducido y/o conducimos moto vamos
siempre como locos, habiéndonos dejado las neuronas guardadas en el cajón de la
mesita de noche, para que no se pierdan).
Después lees el artículo o hablas con los que saben qué
ocurrió y es que el turismo se salió de su carril y se llevó por delante a la
moto con piloto incluido, que para el caso da igual que fuera una moto un
tractor o el camión de la basura, pero si es moto si es noticia, …
Y si eso ocurre en un periódico, más y peor ocurre cuando
hablas o escribes a alguien (y si es por facebook o whatsapp mejor me callo).
Si, ya sé que da igual, que se entiende, pero caramba, por
no decir otra cosa más gorda, comerse una ‘h’ que ya se que no suena, o cambiar
una ‘b’ por una ‘v’, que también sé que están juntas en el teclado, causa
terror.
Causa terror aun sabiendo que no todos saben leer y escribir
con corrección, porque esos errores no son patrimonio exclusivo de personas que
por la razón que sea no han tenido estudios, sino que provienen de gente en
teoría culta, de universitarios, de profesionales altamente cualificados, …
Por ejemplo: a todos nos sonará el nombre de Javier Solana, ¿verdad?.
Pues este señor, ministro en aquel entonces, dijo que era el ‘catorceavo’
ministro de cultura (en vez de decimocuarto, que no es lo mismo un ordinal que
un partitivo). Si, de cultura, la que él demostró al decirlo. Y se quedó tan
pancho.
La razón fundamental de que se produzcan estos horrores
ortográficos es muy sencilla. No se lee suficiente, o casi no se lee. Nos
limitamos a engullir los dieciocho programas de televisión que nos ponen y no
sacamos tiempo para leer un libro. Es que no tengo tiempo para leer, diréis. Pero
si que hay tiempo para ver la tele, …
Me viene a la memoria una frase de Groucho Marx que dice más
o menos ‘la televisión es muy educativa, cuando la encienden me voy a leer un
libro’.
Y ya que hablamos de leer, también leemos de hablar, muchas
veces, casi siempre, de forma peyorativa. Se lee, se escuchan comentarios
acerca de determinados acentos, de formas de hablar, por ejemplo, por cercanía,
del andaluz.
Entran en juego las variedades lingüísticas, de las que hay
cuatro tipos. A saber (copio texto que procede del Centro Virtual Cervantes):
1. Las variedades
funcionales o diafásicas (los registros) son las modalidades lingüísticas que
se eligen determinadas por la situación de comunicación. Según el medio
empleado (oral o escrito), la materia abordada (corriente o de especialidad),
según la relación que exista entre los interlocutores (de solidaridad o
jerarquía) y la función perseguida, se distingue entre diversos registros:
registro coloquial, formal, familiar, especializado, elaborado, espontáneo,
etc.; los registros especializados han sido denominados también tecnolectos.
Entre las variedades funcionales o diafásicas se encuentran además las jergas
(variedad utilizada dentro de una profesión determinada) y los argots (variedad
característica de un determinado grupo social: argot juvenil, argot del hampa,
etc.).
2. Las variedades
socioculturales o diastráticas (los niveles lingüísticos) son las diferentes
formas de usar una lengua según el nivel de instrucción del hablante y su
estima hacia el idioma. Estas variedades de la lengua también reciben el nombre
de sociolectos. Según cual sea el grado de dominio que un hablante posee del
código lingüístico y del discurso se distinguen tres niveles de lengua: el
nivel alto o culto (variedad social que se caracteriza por el uso de recursos
lingüísticos diversos y elaborados), el nivel medio (variedad con un grado
medio de conocimiento del idioma) y el nivel bajo o vulgar (variedad social
definida por el escaso dominio de la lengua). Entre la variedad diastrática y
la diafásica se da una determinada relación, por cuanto esta se ve condicionada
por aquella: un hablante que posee un nivel culto de la lengua es aquel que es
capaz de utilizar el registro más apropiado para cada situación de
comunicación; en cambio, un hablante con un nivel vulgar emplea siempre del
mismo modo —el único que conoce— la lengua, independientemente de las
condiciones de la comunicación. El uso de vulgarismos pone de manifiesto el
poco grado de instrucción lingüística de un hablante: por ejemplo, el empleo de
palabras mal formadas ([amoto]) o de enunciados agramaticales revelan
desconocimiento del sistema de la lengua.
3. Las variedades
geográficas o diatópicas (los dialectos) son los usos lingüísticos que se
emplean en un determinado territorio. En español, los dialectos meridionales
(andaluz, extremeño, murciano, canario, español de América) presentan rasgos
lingüísticos diferenciados de las variedades regionales septentrionales: por
ejemplo, la curva entonacional, el seseo y la aspiración de la h y la s, o el
uso de un léxico propio de cada zona geográfica.
4. Las variedades
históricas o diacrónicas constituyen realizaciones de la lengua que
caracterizan una determinada etapa de su historia. En la historia de la lengua
española, se distingue entre el español arcaico (ss. X-XII), el español
medieval (ss. XIII-XV), el español clásico o del Siglo de Oro (ss. XVI-XVII),
el español moderno (ss. XVIII-XIX) y el español actual.
Desde un punto de vista individual, la variedad que define a
un hablante particular, en cuanto a su profesión, edad, sexo, nivel de
estudios, procedencia social y geográfica constituye su idiolecto.
Y continúa…pero yo no.
Hay una plataforma por la defensa del andaluz. Para mi el
andaluz no hay que defenderlo, hay que usarlo, usarlo bien. Porque el andaluz es
Castellano, o Español, como ustedes quieran. Una cosa es mal hablar y otra usar
el andaluz, que enriquece y mucho al castellano. Lo que pasa es que muchos
confunden hablar mal con hablar andaluz. Y de lo que estoy totalmente en contra
es de la manía de algunos de ‘foneticalizar’ (no existe el palabro, pero me
entendéis perfectamente, de ahí las comillas) lo que hablamos, por ejemplo el uso
indiscriminado de ‘k’, finalizar los plurales con ‘h’, y otras barbaridades.
Pienso que hablar y escribir no tienen por qué estar unidos. Del mismo modo que
en otros idiomas, que tenemos transcripciones fonéticas de los vocablos a fin
de ayudarnos en la pronunciación, ya que no se corresponde cada carácter con un
único sonido…
Y, para finalizar, dando un toque de humor recordaré unos
refranes, que son sabiduría popular, pero expresados de forma no convencional
(usando perífrasis).
-A dicciones articuladas por laringes insolentes, trompas de
Eustaquio en estado letárgico. (A palabras necias oídos sordos)
-Al que a la aurora alboree, del ser supremo socorro en
usufructo percibirá. (A quien madruga Dios le ayuda)
-Crustáceo decápodo que pierde su estado de vigilia, es
arrastrado por el ímpetu marino. (Camarón que se duerme la corriente se lo
lleva)
-Ocúpate de la alimentación de las aves córvidas y estas te
extirparán las estructuras de las fosas orbitarias que perciben los estímulos
visuales. (Cría cuervos y te sacarán los ojos)
-Cuando su majestad luciferina no tiene con qué pasar el
ocio de las tediosas horas, con el apéndice coccígeo espanta los molestos
dípteros. (Cuando el diablo se aburre, con el rabo mata moscas).
Pues si, deberíamos leer e intentar cazar esos errores que no debería haber, pero que haberlos haylos, como las meigas.