martes, 20 de diciembre de 2016

De memoria, deseos, y posturas

Publicaba hace meses en el ‘feisbuk’ algo así como:
“La memoria no entiende de fechas, da igual que estemos en Mayo, da igual que sea 4”.

Y dadas las fechas en las que estamos y siendo como somos, algunos, no todos aunque no se si afortunada o desgraciadamente, sigue estando vigente, sigue siendo cierta.

Lo mismo da que sea Febrero, Marzo, Junio o Diciembre. Si te acuerdas de algo lo haces sea la fecha que sea. Y si eres como eres lo vas a seguir siendo todo el año. Lo que pasa es que en estas fechas todos, si todos, se dedican a publicar lo buenos que son, lo que quieren a los demás y lo que le desean a los prójimos y prójimas, aunque en el resto del año no sean capaces de cruzar una sola palabra, o una mirada, o una llamada telefónica, o un puñetero mensaje de ‘guasap’.

Y no digamos ya nada del manido postureo. Ese afán de aparentar o de hacerse ver ‘más allá de las posibilidades’.

No tenemos remedio, o cuando menos, no es fácil, asequible o accesible.

Solamente somos generosos cuando vemos que podemos obtener algo y eso no es ser altruista, sino profundamente egoísta, interesado, …

Qué mala es la memoria, jejejejejeje. La usamos a nuestra conveniencia. Si se trata de echar en cara algo o de poner ‘a parir’ a alguien nos acordamos de ciertas cosas, y si queremos ponernos guapos para salir bien en una foto, buscamos otras.
Esto es lo mismo que ya comentaba por aquí, en otra entrada, acerca de la Historia. Extraemos pasajes de ella según el discurso del día. Y no puede o no debe ser así. Las cosas son como son. No se pueden alterar, mal que nos pese, o les pese a algunos.

Dos frases, que no pueden faltar.

En atención a que no tengo gran memoria, circunstancia que no deja de contribuir a esta especie de felicidad que dentro de mí mismo me he formado...
(Mariano José de Larra)

Cada uno tiene el máximo de memoria para lo que le interesa y el mínimo para lo que no le interesa.
(Arthur Schopenhauer)

lunes, 12 de diciembre de 2016

Caza de brujas, o, mejor dicho, de gazapos.


Jejejejeje, a veces leer el periódico (cualquiera de ellos) se convierte en un reto, en un verdadero pasatiempo.
No por las noticias en sí, que cada una tiene lo suyo, sino por la forma de redactarlas, de colocarles titulares, entradillas, … ¡Ve uno cada cosa…!

A ver, hablamos Castellano, idioma muy rico, capaz de calificar usando decenas de sinónimos y de expresar decenas de ideas usando una sola forma. Pero lo usamos mal, muy mal o, al menos, no tan bien como sería deseable.
Datos de esa riqueza son sin duda sus estadísticas. Cuando se publicó la vigésima segunda (o vigésimosegunda, que ambas formas están aceptadas, luego son correctas)  edición del diccionario en el año 2001, los datos eran:
-Lemas: 88.431
-Acepciones de lemas: 161.962
-Formas complejas (formadas por más de una palabra): 25.547
-Acepciones de formas complejas: 28.619
-Acepciones y marcas americanas: más de 36.000
Y podríamos seguir, pero creo que no hace falta.

Cuando no son faltas de ortografía, de esas que duelen, son defectos en el uso de los signos de puntuación (que ya sabemos de la importancia de una simple coma, no ya si se usa, sino por dónde se usa), o son detalles a la hora de construir un titular, que te hacen pensar una cosa y si lees el artículo completo ves que es todo lo contrario, o aparecen matices nuevos a lo que habías pensado al principio.
Ejemplo real, reciente: Dice el titular ‘Fallece un motorista en xxxxxx al colisionar con un turismo’. Lo lees y piensas, oh, es que van como locos. Asocias moto a gran cilindrada, a gran potencia, a descerebrado conduciendo, … (no me digáis que no, que es así, solemos generalizar, mejor dicho generalizan los que no tienen ni idea de lo que hablan. Ni todas las motos son de gran cilindrada, ni las barbaridades se hacen con las grandes o con las pequeñas, ni la potencia depende exclusivamente del tamaño del motor, ni todos los que hemos conducido y/o conducimos moto vamos siempre como locos, habiéndonos dejado las neuronas guardadas en el cajón de la mesita de noche, para que no se pierdan).
Después lees el artículo o hablas con los que saben qué ocurrió y es que el turismo se salió de su carril y se llevó por delante a la moto con piloto incluido, que para el caso da igual que fuera una moto un tractor o el camión de la basura, pero si es moto si es noticia, …

Y si eso ocurre en un periódico, más y peor ocurre cuando hablas o escribes a alguien (y si es por facebook o whatsapp mejor me callo).

Si, ya sé que da igual, que se entiende, pero caramba, por no decir otra cosa más gorda, comerse una ‘h’ que ya se que no suena, o cambiar una ‘b’ por una ‘v’, que también sé que están juntas en el teclado, causa terror.
Causa terror aun sabiendo que no todos saben leer y escribir con corrección, porque esos errores no son patrimonio exclusivo de personas que por la razón que sea no han tenido estudios, sino que provienen de gente en teoría culta, de universitarios, de profesionales altamente cualificados, …
Por ejemplo: a todos nos sonará el nombre de Javier Solana, ¿verdad?. Pues este señor, ministro en aquel entonces, dijo que era el ‘catorceavo’ ministro de cultura (en vez de decimocuarto, que no es lo mismo un ordinal que un partitivo). Si, de cultura, la que él demostró al decirlo. Y se quedó tan pancho.

La razón fundamental de que se produzcan estos horrores ortográficos es muy sencilla. No se lee suficiente, o casi no se lee. Nos limitamos a engullir los dieciocho programas de televisión que nos ponen y no sacamos tiempo para leer un libro. Es que no tengo tiempo para leer, diréis. Pero si que hay tiempo para ver la tele, …
Me viene a la memoria una frase de Groucho Marx que dice más o menos ‘la televisión es muy educativa, cuando la encienden me voy a leer un libro’.

Y ya que hablamos de leer, también leemos de hablar, muchas veces, casi siempre, de forma peyorativa. Se lee, se escuchan comentarios acerca de determinados acentos, de formas de hablar, por ejemplo, por cercanía, del andaluz.

Entran en juego las variedades lingüísticas, de las que hay cuatro tipos. A saber (copio texto que procede del Centro Virtual Cervantes):
1.    Las variedades funcionales o diafásicas (los registros) son las modalidades lingüísticas que se eligen determinadas por la situación de comunicación. Según el medio empleado (oral o escrito), la materia abordada (corriente o de especialidad), según la relación que exista entre los interlocutores (de solidaridad o jerarquía) y la función perseguida, se distingue entre diversos registros: registro coloquial, formal, familiar, especializado, elaborado, espontáneo, etc.; los registros especializados han sido denominados también tecnolectos. Entre las variedades funcionales o diafásicas se encuentran además las jergas (variedad utilizada dentro de una profesión determinada) y los argots (variedad característica de un determinado grupo social: argot juvenil, argot del hampa, etc.).
2.    Las variedades socioculturales o diastráticas (los niveles lingüísticos) son las diferentes formas de usar una lengua según el nivel de instrucción del hablante y su estima hacia el idioma. Estas variedades de la lengua también reciben el nombre de sociolectos. Según cual sea el grado de dominio que un hablante posee del código lingüístico y del discurso se distinguen tres niveles de lengua: el nivel alto o culto (variedad social que se caracteriza por el uso de recursos lingüísticos diversos y elaborados), el nivel medio (variedad con un grado medio de conocimiento del idioma) y el nivel bajo o vulgar (variedad social definida por el escaso dominio de la lengua). Entre la variedad diastrática y la diafásica se da una determinada relación, por cuanto esta se ve condicionada por aquella: un hablante que posee un nivel culto de la lengua es aquel que es capaz de utilizar el registro más apropiado para cada situación de comunicación; en cambio, un hablante con un nivel vulgar emplea siempre del mismo modo —el único que conoce— la lengua, independientemente de las condiciones de la comunicación. El uso de vulgarismos pone de manifiesto el poco grado de instrucción lingüística de un hablante: por ejemplo, el empleo de palabras mal formadas ([amoto]) o de enunciados agramaticales revelan desconocimiento del sistema de la lengua.
3.    Las variedades geográficas o diatópicas (los dialectos) son los usos lingüísticos que se emplean en un determinado territorio. En español, los dialectos meridionales (andaluz, extremeño, murciano, canario, español de América) presentan rasgos lingüísticos diferenciados de las variedades regionales septentrionales: por ejemplo, la curva entonacional, el seseo y la aspiración de la h y la s, o el uso de un léxico propio de cada zona geográfica.
4.    Las variedades históricas o diacrónicas constituyen realizaciones de la lengua que caracterizan una determinada etapa de su historia. En la historia de la lengua española, se distingue entre el español arcaico (ss. X-XII), el español medieval (ss. XIII-XV), el español clásico o del Siglo de Oro (ss. XVI-XVII), el español moderno (ss. XVIII-XIX) y el español actual.

Desde un punto de vista individual, la variedad que define a un hablante particular, en cuanto a su profesión, edad, sexo, nivel de estudios, procedencia social y geográfica constituye su idiolecto.
Y continúa…pero yo no.

Hay una plataforma por la defensa del andaluz. Para mi el andaluz no hay que defenderlo, hay que usarlo, usarlo bien. Porque el andaluz es Castellano, o Español, como ustedes quieran. Una cosa es mal hablar y otra usar el andaluz, que enriquece y mucho al castellano. Lo que pasa es que muchos confunden hablar mal con hablar andaluz. Y de lo que estoy totalmente en contra es de la manía de algunos de ‘foneticalizar’ (no existe el palabro, pero me entendéis perfectamente, de ahí las comillas) lo que hablamos, por ejemplo el uso indiscriminado de ‘k’, finalizar los plurales con ‘h’, y otras barbaridades. Pienso que hablar y escribir no tienen por qué estar unidos. Del mismo modo que en otros idiomas, que tenemos transcripciones fonéticas de los vocablos a fin de ayudarnos en la pronunciación, ya que no se corresponde cada carácter con un único sonido…

Y, para finalizar, dando un toque de humor recordaré unos refranes, que son sabiduría popular, pero expresados de forma no convencional (usando perífrasis).

-A dicciones articuladas por laringes insolentes, trompas de Eustaquio en estado letárgico. (A palabras necias oídos sordos)
-Al que a la aurora alboree, del ser supremo socorro en usufructo percibirá. (A quien madruga Dios le ayuda)
-Crustáceo decápodo que pierde su estado de vigilia, es arrastrado por el ímpetu marino. (Camarón que se duerme la corriente se lo lleva)
-Ocúpate de la alimentación de las aves córvidas y estas te extirparán las estructuras de las fosas orbitarias que perciben los estímulos visuales. (Cría cuervos y te sacarán los ojos)
-Cuando su majestad luciferina no tiene con qué pasar el ocio de las tediosas horas, con el apéndice coccígeo espanta los molestos dípteros. (Cuando el diablo se aburre, con el rabo mata moscas).

Pues si, deberíamos leer e intentar cazar esos errores que no debería haber, pero que haberlos haylos, como las meigas.

lunes, 5 de diciembre de 2016

¿Tenemos arreglo?

Está clarísimo que nuestro estado de ánimo nos condiciona. No todos los días nos levantamos con las mismas ganas de hacer cosas, algunos días ni siquiera tenemos ganas de salir de la cama (o del sofá).

Más aún cuando de lo que se trata es de plasmar, a través del teclado, lo que pensamos, o hemos oído que otros piensan, o lo que ocurre, o nos parece que ocurre, …

Llevo días dándole demasiadas vueltas a ‘mis circunstancias’, como diría Ortega y Gasset. Y eso se traduce en que no hay 'feeling' con el texto escrito, o, mejor dicho, con el texto aún por escribir.

Dicho lo cual, continúo con lo que me trae hoy por aquí.

Tomé nota hace algunas semanas de una publicación en el Diario Sur que se hacía eco de otra noticia de su grupo editorial (El Correo de Bizcaia, del grupo Vocento).

Dicha entrada se compartió en el dichoso ‘libro de caras’ y era acerca de una señora, madre, que buscaba un abuelo para su hija. Por lo visto, la pequeña le había pedido que le buscara un ‘aitona’, alguien que diera paseos con ella, que le leyera cuentos, que le diera cariño, ya que ya no podía contar con la presencia del abuelo ‘de verdad’.

Vivimos en un mundo que no está acostumbrado a estas cosas. Vas por la calle, estás en casa, en cualquier parte, y, sea donde sea donde mires, la gente está a su bola, agarrados a un artilugio electrónico, ensimismados, totalmente abstraídos del mundo que les rodea, siempre, claro está, que ese mundo no les aparezca en la pantalla de su móvil de ultimísima generación. Todo lo que ocurre alrededor  de esas 5 pulgadas no importa, no existe, no cuenta.

Parece mentira que yo diga esto, siendo, como soy, informático, pero la verdad es que le damos demasiado protagonismo a los cacharros y a los ‘interneses’.
Por supuesto que tienen muchas cosas buenas, cómo no, pero tienen una cosa malísima, que nos encierran en una burbuja de la que algunos no son capaces de escapar.

La noticia de la niña que pide un abuelo es poca cosa. Es el mensaje que transmite lo realmente importante. Aún hay esperanza. Parece que no todo lo que nos rodea es aséptico, impersonal, egoísta, carente de solidaridad.

Os copio un texto de esos ‘para reflexionar’.

Este era un enorme árbol de manzanas al cual un niño amaba mucho. Todos los días jugaba a su alrededor, trepaba hasta el tope, comía sus frutos y tomaba la siesta bajo su sombra. El árbol también lo quería mucho.
Pasó el tiempo, el niño creció y no volvió a jugar alrededor del árbol. Un día regresó y escuchó que este le decía con cierta tristeza:
-¿Vienes a jugar conmigo?
Pero el muchacho contestó:
-Ya no soy el niño de antes que juega alrededor de los árboles. Ahora quiero tener juguetes, y necesito dinero para comprarlos.
-Lo siento---dijo el árbol-. No tengo dinero, pero te sugiero que tomes todas mis manzanas y las vendas; así podrás comprar tus juguetes.
El muchacho tomó las manzanas obtuvo el dinero y se sintió feliz. También el árbol fue feliz, pero el muchacho no volvió. Tiempo después, cuando regresó, el árbol le preguntó:
-¿Vienes a jugar conmigo?
-No tengo tiempo para jugar; debo trabajar para mi familia y necesito una casa para mi esposa e hijos. ¿Puedes ayudarme?
-Lo siento -repuso el árbol-. No tengo una casa, pero puedes cortar mis ramas y construir tu casa.
El hombre cortó todas las ramas del árbol, que se sintió feliz, y no volvió.
Cierto día de un cálido verano, regresó. El árbol estaba encantado.
-¿Vienes a jugar conmigo? -le preguntó.
-Me siento triste, estoy volviéndome viejo. Quiero un bote para navegar y descansar, ¿puedes dármelo?
El árbol contestó:
-Usa mi tronco para construir uno; así podrás navegar y serás feliz.
El hombre cortó el tronco, construyó su bote y se fue a navegar por un largo tiempo.
Regresó después de muchos años y el árbol le dijo:
-Lo siento mucho, pero ya no tengo nada que darte, ni siquiera manzanas.
El hombre replicó:
-No tengo dientes para morder ni fuerzas para escalar, ya estoy viejo.
Entonces el árbol, llorando, le dijo:
-Realmente no puedo darte nada. Lo único que me queda son mis raíces muertas.
Y el hombre contestó:
-No necesito mucho ahora, sólo un lugar para reposar. Estoy cansado después de tantos años...
-Bueno -dijo el árbol-, las viejas raíces de un árbol son el mejor lugar para recostarse y descansar. Ven, siéntate conmigo y descansa.
El hombre se sentó junto al árbol y este, alegre y risueño, dejó caer algunas lágrimas.
Esta es la historia de cada uno de nosotros, el árbol son nuestros padres. De niños, los amamos y jugamos con ellos. Cuando crecemos los dejamos solos; regresamos a ellos cuando los necesitamos, o cuando estamos en problemas. No importa lo que sea, siempre están allí para darnos todo lo que puedan y hacernos felices. Usted puede pensar que el muchacho es cruel con el árbol, pero ¿no es así como tratamos a veces a nuestros padres?