martes, 27 de septiembre de 2016

Se creen que somos tontos, definitivamente...

Casi como cada día, me he levantado hoy con una frase. La escribió Charles Bukowski (escritor estadounidense nacido en Alemania) y dice ‘la diferencia entre democracia y dictadura es que en la democracia podemos votar antes de obedecer las órdenes’.

Y, por las circunstancias actuales, yo añado, y esas órdenes no sabemos quién nos las va a dar, porque no lo elegimos nosotros.

A la vista está, llevamos dos procesos electorales seguidos, hemos votado casi de igual forma en unos que en otros, y, como los que se colocan siguen estando allá arriba, en sus sitios, la cosa no se mueve.

Vivimos constantemente en campaña electoral. Aquí no son veinte o treinta días antes de las elecciones, se vota, se elige, y a trabajar. No, aquí no. Aquí, desde el momento en que se cierran los colegios electorales, nos ponemos a maldecir los resultados, y a decir que no a todo lo que se proponga desde el partido que ha obtenido mayor confianza, a echar por tierra los logros, si los hay (que más nos vale que los haya habido), y a pensar en que ‘cuando estemos en el poder esto va a cambiar’. Y así nos va.

Pero nos va así porque somos borregos. Y en los partidos son borregos. ¿De qué nos vale que un partido obtenga 140, 40, 92 o 57 escaños? Si a la hora de votar en Cortes se va a hacer lo que el líder supremo quiera, el resultado sería el mismo si se elige a cuatro, o cinco, o seis, y se les asigna un valor a cada uno de ellos. Al estilo de ‘vote usted 57 veces, y usted 84, y aquel de allí, que vote 30’. ¿Democracia interna en los partidos? Eso es una falacia. No existe. Se nos vende la moto diciendo que se ha reunido el comité ‘nosecuantos’ o hay una comisión tal, o va a haber primarias, o secundarias (si, con reválida de cuarto, no te fastidia).
Si preparo la cosa como para que solo se vea un candidato ‘oficial’, que esa es otra, pues la cosa seguirá marchando igual de mal que hasta ahora.

Señores, es hora de ponerse a trabajar, de nada nos vale pensar en lo que habría pasado si los resultados hubieran sido otros, porque no han sido otros. Han sido estos, y esto es lo que hay. Un poquito de seriedad. No, eso es mucho pedir. Aquí nos gusta salir en la foto, ya lo sabemos. Si no salgo es que la cosa está muy mala.

No somos niños pequeños, y los que se supone que nos tienen que gestionar, gobernar, dirigir, orientar, son los primeros que se portan como bebés llorones, que se enfadan cuando se les lleva la contraria. ‘he dicho que no, y es que no’, ea. Y si no, me enfado y no respiro.
Pues, a lo mejor, la solución sería que dejaran de respirar, así, por lo menos, se llevan un susto y dejan de darnos por saco.

Total, que esto no hay quien lo arregle. Pero para todo hay soluciones, aunque sean solamente momentáneas, o simples cambios de actitud.

Otra frase del mismo escritor dice ‘Lo que él realmente necesitaba era una botella de cerveza helada, con la etiqueta un poco mojada y esas gotas frias tan hermosas sobre la superficie del vaso…’ (Y si es en buena compañía, miel sobre hojuelas).

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