viernes, 21 de julio de 2017

...ocho, nueve, y DIEZ.

Días pasados publicaba acerca del tiempo, que pasa, que ‘se pasa’, con su doble o triple sentido, y que a veces nos sobrepasa.

También escribí que seguía, y sigue, sin pasar nada.

Es complicado a veces el mantenimiento de este blog. Unas veces por falta de tiempo, o por exceso de cosas que hacer en ese tiempo. Otras veces es porque no sabes bien qué decir bien cómo decirlo. En otras ocasiones hay razones que te obligan a separar tus manos del papel o del teclado. También puede ser porque, como reza la letra de Serrat, ‘las musas han pasao de mí’.
Afortunadamente, no tengo un contrato que me obligue a publicar y, como contestaba a una entrada de un blog de los que sigo, y se me replicaba a mí en ese sentido, escribir por escribir no vale, se pierde ‘esencia’. En la misma canción se dice ‘…en un montón de palabras gastadas…’

Cuenta hasta diez y después ‘no lo hagas’. Podría ser éste el caso.

Pero si que pasan cosas.

Hace más de cuatro años sufrí un accidente del que aún me estoy recuperando, con altos y bajos, pero recuperando.

Son diez las intervenciones que llevo. La última, por ahora, hace unos días.

En estos cuatro años he encontrado mucha gente que me ha sorprendido, también me ha sorprendido para bueno y para malo mucha gente que conocía o creía conocer.

Durante este tiempo he tenido ocasión de relacionarme con uno de esos colectivos que sabemos que están ahí y que no queremos necesitarlos.

No son pocas las ocasiones en las que me he referido a los profesionales de fisioterapia que me han tratado. No sufren lo que tú, pero lo sufren contigo, te ayudan a mejorar y lo hacen con el corazón. Mayka, Sara, Carlos, Rafa, Laura, Javi, se os quiere.

Personal de diez, se vuelve a repetir el número…

Esta entrada va para otros.

Durante más de dos años, a diario, he necesitado traslados en ambulancia. Son muchos los viajes y, como el personal no es elevado, he repetido muchas veces, muchísimas, creándose un vínculo especial, que perdura, con muchos de los técnicos y enfermeros.

De diez no, de once. Personas que, sin importar condiciones, sin contar horas, sin comer a veces, muchas veces, acuden cuando se les necesita y te dan todo de la mejor manera posible. Poniendo en riesgo todo, no importa, allá donde los necesites van.

En una serie que está muy en boca de la gente últimamente se dice ‘Valar dohaeris’ (todos tienen que servir), pero no todos sirven o servimos para eso.

Muchos son los técnicos con los que me he topado. Paco, Carlos, más de uno, Luismi, Víctor, Juan, Jesús, Gerardo, Antonio, Palomo, Postigo, Vicente,… Y enfermeros, Iván, Pedro, Rosa, Ro, Cristina,… Y más aún, ya que hay, perdonadme por ello, algunos más a los que no pongo nombre aunque si cara.

Comentaba recientemente en el ‘feisbuk’ que solamente el qué y el cómo hacéis lo que hacéis es digno de elogio y de agradecimiento. El porqué, yo lo tengo claro. Porque sois grandes.

Y los riesgos que nombraba antes llegan a veces. Días atrás una de esas personas buenas, haciendo lo que quería hacer, lo que le gusta hacer, sufrió un accidente de tráfico y, por casualidad hemos coincidido en la planta del hospital, ella, su familia, la mía y yo.

Desde aquí mis mejores deseos. Todo lo bueno que le ocurra se lo merece con creces. La recuperación es lenta, y, si sirve de algo, ahí dejo todo mi apoyo. Sus ganas son innegables, siempre con una gran sonrisa. Esa es la actitud. A su familia y a ella mi cariño y mis ánimos.

Y a todos ellos un enorme GRACIAS.

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