martes, 23 de agosto de 2016

¿Poder o querer?

La negatividad, las más de las veces, nos cierra puertas.

En muchas ocasiones, ante cualquier reto, por simple que éste sea, nos cerramos en banda y decimos que no podemos hacer algo.
No, no voy a ser capaz; no, no voy a aprender eso; uf, es muy difícil, ahí no llego...Y de esas y como esas, muchas.
Lo malo, casualmente, es que al final resulta que efectivamente no podemos, no aprendemos o es demasiado difícil. Pero, ¿nos hemos parado a pensar que es posible que no aprendamos porque estamos predispuestos a no hacerlo?

Si, efectivamente, cuando preguntamos podemos parecer tontos. Pero el hecho de preguntar no es más que síntoma de que queremos aprender, o sea, signo de inteligencia. A no ser que lo que queramos sea que nos lo hagan, que es señal de que en vez de inteligente lo que eres es un listo.

Otro aspecto a tener en cuenta es la facilidad que tenemos para asentarnos, acomodarnos. 
Podemos pensar ¿Para qué voy a cambiar si así estoy bien? 
Es esa, una actitud muy nuestra, pero que en otros lugares no se entiende. En el mercado laboral se valora más a la gente que busca progresar que a los que se mantienen.
Si, ya sé que existe una máxima en informática que dice que ‘si funciona, no lo toques’, pero, si puedo mejorarlo, por qué me voy a quedar como estoy…

Ahora que está muy de moda la ‘excelencia’ en el mundo empresarial, se lee a menudo una cita de Lord Kelvin que, más o menos, dice ‘Lo que no se define no se puede medir. Lo que no se mide, no se puede mejorar. Lo que no se mejora, se degrada siempre.’ 

Así que, señores, movámonos, aprendamos, hagamos las cosas, podremos tardar más o menos, pero al final, conseguiremos llegar a la meta (y la llevaremos un poco más lejos, por aquello de seguir avanzando).

Hoy he visto dos frases que van en ese sentido:
-Todo es muy difícil antes de ser sencillo (Thomas Fuller), y
-Lo importante no es llegar, sino ir (Robert Louis Stevenson).

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