sábado, 1 de octubre de 2016

Izquerda, derecha y otros lados...

Progreso, cambio, revolución, vaya tres términos.

Llevo días pensando y dándole vueltas a una idea. ¿Son los demás o soy yo? No sé, a lo mejor estoy equivocado, pero creo, sinceramente lo creo así, que todo ha de cambiar, actualizarse, renovarse.

La idea de progreso, en cuanto a avance es esa. Pequeños, o grandes, cambios hacen que mejoremos, que veamos el mundo que nos rodea de forma diferente. No digo mejor ni peor, solo diferente.

La política no va a ser menos. También ha de actualizarse, debemos desterrar términos e ideas que lo único que hacen es ahondar en ciertas desigualdades, problemas y coyunturas que, si las vemos desde otra perspectiva no tienen por qué existir.

Por ejemplo los conceptos de derecha e izquierda. Son términos acuñados durante la revolución francesa, final del siglo XVIII. Cuando se constituyó la Asamblea Nacional Constituyente. De forma no premeditada los partidarios de la propuesta que suponía el mantenimiento del poder absoluto del rey se sentaron a la derecha, y los que defendían un veto limitado y un poder también limitado del rey se sentaron a la izquierda, dando origen a esos conceptos.

Y ahora pregunto yo, si lo que queremos es un cambio, una mejora, un progreso, somos de izquierdas, y si lo que queremos es una estabilidad, una seguridad, un mantenimiento del estatus que hayamos conseguido en base a  nuestro esfuerzo, somos de derechas, entonces, de qué somos, porque creo que todos buscamos progresar y ser estables, avanzar y tener seguridad.

Derecha e izquierda son términos ligeramente trasnochados. Hay que actualizar, lo he dicho al principio.

La sociedad tiene retos diferentes a los que había a finales del XVIII, y también diferentes a los que había a principios del XX, por ejemplo aquí en España. En esas fechas se hablaba de ‘las derechas’ y ese discurso se sigue oyendo ahora por parte de algunos, y también se habla de izquierdas, pero ni la derecha es la derecha (de antes) ni la izquierda es la izquierda de antes.

Ya que hablamos de política, la situación actual es poco menos que triste. Cuando ves a un partido que debe ser fuerte, peleando o discutiendo por si hay un miembro más o un miembro menos en una directiva nacional, habiendo como hay problemas serios en la sociedad, peligro o posibilidad de que se convoquen unas terceras elecciones, sin un gobierno que pueda hacer nada, porque está ‘en funciones’, ¿qué podemos pensar los ciudadanos ‘de a pié’? Hemos votado (lo mismo o casi) dos veces. ¿Qué buscan, que nos echemos a la calle?

Y el Congreso, ¿es que no hace nada? Hablamos de la sede del poder legislativo, ¿qué leyes se han propuesto desde el congreso? Si todo se ha de proponer desde el gobierno, cuando se forme, claro, ¿dónde queda la separación de poderes? A ver si, al final, le voy a tener que dar la razón a D. Alfonso Guerra, cuando dijo que Montesquieu (refiriéndose a su obra ‘del espíritu de las leyes’) había muerto hacía dos siglos (dando a entender que la idea de separación de poderes no era actual).

Las noticias, ahora, en el momento de escribir este texto indican que ha habido movimiento en las filas del PSOE. A ver por dónde nos salen ahora. Espero que esto mejore, porque lo contrario da miedo, pero que mucho miedo.

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