viernes, 23 de septiembre de 2016

¿Iguales? si, más o menos (II)

Id afilando las uñas, que voy a seguir con el tema de la igualdad.

Ya lo decía en otra entrada anterior (porque post anterior suena feo, ‘post’ es después y anterior es antes, en qué quedamos, además que es un anglicismo dejémoslo en inútil). Sexo no es género.

Por mucho que se empeñen los defensores a ultranza de lo políticamente correcto, cuando hablamos de masculino y femenino no estamos hablando de hombres y mujeres.

Una cosa es el lenguaje, la norma y otra muy diferente es el sexo.

Estoy un poco cansado de leer titulares, textos, escritos, o de oír discursos en los que se hace mención a hombres y mujeres, padres y madres, ellas y ellos, alumnas y alumnos,… ¿vosotros no? Y aberraciones como el uso indiscriminado del signo de @, para sustituir la o y la a del palabro en cuestión. La arroba (@) no es una letra, no, no lo es, por lo que no hay razón para usarla. Y otra cosa, la ponemos en los escritos (yo no) pero ¿si leemos, cómo lo pronunciamos? Yo opto por seguir la norma de la Real Academia, que es usar el masculino cuando te refieres a la clase (a todos los individuos de la especie).

Copio/pego parte de lo que podemos ver si consultamos el diccionario panhispánico de dudas:

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2. Uso del masculino en referencia a seres de ambos sexos
2.1. En los sustantivos que designan seres animados, el masculino gramatical no solo se emplea para referirse a los individuos de sexo masculino, sino también para designar la clase, esto es, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos: El hombre es el único animal racional; El gato es un buen animal de compañía. Consecuentemente, los nombres apelativos masculinos, cuando se emplean en plural, pueden incluir en su designación a seres de uno y otro sexo: Los hombres prehistóricos se vestían con pieles de animales; En mi barrio hay muchos gatos (de la referencia no quedan excluidas ni las mujeres prehistóricas ni las gatas). Así, con la expresión los alumnos podemos referirnos a un colectivo formado exclusivamente por alumnos varones, pero también a un colectivo mixto, formado por chicos y chicas. A pesar de ello, en los últimos tiempos, por razones de corrección política, que no de corrección lingüística, se está extendiendo la costumbre de hacer explícita en estos casos la alusión a ambos sexos: «Decidió luchar ella, y ayudar a sus compañeros y compañeras» (Excélsior [Méx.] 5.9.96). Se olvida que en la lengua está prevista la posibilidad de referirse a colectivos mixtos a través del género gramatical masculino, posibilidad en la que no debe verse intención discriminatoria alguna, sino la aplicación de la ley lingüística de la economía expresiva; así pues, en el ejemplo citado pudo —y debió— decirse, simplemente, ayudar a sus compañeros. Solo cuando la oposición de sexos es un factor relevante en el contexto, es necesaria la presencia explícita de ambos géneros: La proporción de alumnos y alumnas en las aulas se ha ido invirtiendo progresivamente; En las actividades deportivas deberán participar por igual alumnos y alumnas. Por otra parte, el afán por evitar esa supuesta discriminación lingüística, unido al deseo de mitigar la pesadez en la expresión provocada por tales repeticiones, ha suscitado la creación de soluciones artificiosas que contravienen las normas de la gramática: las y los ciudadanos.
2.2. Para evitar las engorrosas repeticiones a que da lugar la reciente e innecesaria costumbre de hacer siempre explícita la alusión a los dos sexos (los niños y las niñas, los ciudadanos y ciudadanas, etc.; → 2.1), ha comenzado a usarse en carteles y circulares el símbolo de la arroba (@) como recurso gráfico para integrar en una sola palabra las formas masculina y femenina del sustantivo, ya que este signo parece incluir en su trazo las vocales a y o: l@s niñ@s. Debe tenerse en cuenta que la arroba no es un signo lingüístico y, por ello, su uso en estos casos es inadmisible desde el punto de vista normativo; a esto se añade la imposibilidad de aplicar esta fórmula integradora en muchos casos sin dar lugar a graves inconsistencias, como ocurre en Día del niñ@, donde la contracción del solo es válida para el masculino niño.
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(Podéis consultar el texto íntegro del DPD en el enlace

Rizando el rizo y hablando de arrobas. ¿Os habéis fijado en cómo es el signo? Como dice la RAE ‘parece incluir en su trazo las vocales a y o’. Pero ¿dónde está la o y dónde la a? La ‘a’ está dentro, pequeñita, desvalida, rodeada por la ‘o’ que la protege o la oprime. Ese signo es machista, ¡a la hoguera con él! Hay que buscarse otro que le dé preferencia a la ‘a’. Bueno, eso tampoco, que entonces sería feminismo. Lo dicho, que no tenemos suficiente con la falta de trabajo, con los míseros sueldos, con los recortes, con las elecciones repetidas o puede que tripitidas, con la sanidad que da pena, o vergüenza, con la educación, que brilla por su ausencia, no me refiero a la enseñanza, que también en cuanto a calidad, y nos mareamos y preocupamos por hablar de forma que nadie se pueda dar por aludido o aludida o aludid@.

Tenemos un idioma muy rico, el Castellano, no solamente por la cantidad de vocablos activos sino por la cantidad de acepciones y  usos diferentes de muchos de ellos, y qué mal lo usamos, lo maltratamos a diario, unos más que otros.

¿'Igualdad' o 'igual dá'?

2 comentarios:

  1. Vamos hacer una recolección de firmas, para que en las próximas elecciones, "usea" el 25 de diciembre, los políticos que se presenten, tengan un master, como mínimo, en gramática, oratoria y ortografía. Y si es posible en vergüenza, honradez, eficacia, productividad, lealtad, y como el blogs (que digo yo, será como los ingleses llaman a las libretas, ¿verdad?) ya no pongo más nada. Un saludo animalitoooooooo

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  2. Me parece que pides mucho. ¿Políticos honrados, con vergüenza (torera no, que saltan los antitaurinos), eficaces, productivos y leales? Eso no se lleva. Aquí lo que vale es lo que cabe en un sobre o lo que se puede poner en un sillón...

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