domingo, 5 de febrero de 2017

En mi casa jugamos así.

‘Una mentira, aunque se repita mil veces, será siempre una mentira.’

Conocéis la frase, ¿verdad? Pues con los bulos pasa lo mismo, obviamente, porque los bulos son mentiras.

No voy a hablaros de bulos de los ‘interneses’ porque ya fue asunto de otra entrada en este blog, pero si voy a comentar acerca de esas verdades que damos por sentadas por el simple hecho de que las hemos visto, leído, oído muchas veces.
O más bien por el hecho de que existan y se propaguen esas historietas.

Vamos al lio del montepío.

Se ha leído bastantes veces, o, al menos yo lo he leído, y ha aparecido hasta en programas de divulgación pseudocientífica (porque para conseguir un programa ameno hay que descargar de rigor, por lo que se desvirtúa la cosa) un experimento que más o menos es como os detallo a continuación.

Se colocan en un recinto cerrado varios monos (por ejemplo 5, que es el número que suele aparecer), junto con una escalera. Encima de esa escalera hay un puñado de plátanos (como el experimento es largo, entiendo que los científicos encargados del experimento, o mejor, los becarios que dicen que para eso están, tienen aseguradas las provisiones de plátanos).
¿Monos y plátanos? Nos imaginamos lo que puede pasar. Jejejejejeje, pues no.
Cada vez que a algún mono se le ocurre subir la escalera para tomarse un aperitivo, los demás monos reciben un buen chorro de agua fría. Ojo, los demás.
Quizá la primera vez no pasa nada, incluso la segunda, pero cuando los monos ven que cada vez que uno sube a la escalera ellos se mojan, comienzan a apalear al que se atreva. De tal forma que por el solo hecho de intentar subir, le propinan una buena colección de mamporros.

Al cabo de un tiempo, ningún mono se atreve a subir, ya nadie sale mojado ni apaleado. Todo es paz, ¿no?

Prosigamos.

Se sustituye a uno de los monos. Que como, lógicamente, no sabe lo que pasa, lo primero que hace es subir la escalera. Pero ahí están los cuatro restantes para impedirlo. El mono duerme calentito ese día.

Sustituyen a otro, y pasa lo mismo. Incluso el primero que entro a sustituir a uno de los antiguos participa en la paliza.

De igual forma van sustituyendo uno a uno todos los monos, y se siguen dando de guantazos...

Pero llega un momento en el que ya no quedan monos de los primeros, es decir, de los que recibieron el agua fría.

Incluso en ese momento se siguen repitiendo los apaleos. Ninguno sabe por qué, pero saben, de alguna manera lo saben, que si se sube a la escalera se reciben palos.

Poned vosotros el tiempo, y veréis que la situación no cambia.

Si les pudiéramos preguntar a los monos y ellos fueran capaces de responder, dirían ‘es que eso es lo que hay, si sube le pegamos, aquí siempre se ha hecho así’.

Interesante, creo.

Hasta aquí el experimento.

Da igual que sean o no monos. Da igual que haya o no escalera.

Lo importante del experimento es lo que podemos concluir al verlo.

De nada sirve que se repita una y otra vez lo mismo. Las cosas son como son.

Somos borregos, y la excusa más fácil es decir que 'como los demás actuan así...'

Si escuchamos algo e inmediatamente lo almacenamos, sin darnos oportunidad a comprobarlo, es bastante probable que caigamos en el error.
Si no intentamos verificar las cosas no aprenderemos nunca, porque realmente no aprendemos al escuchar, leer, ver, sentir, gustar, oler algo. Ese momento es solo el comienzo de la historia. Nos abre la puerta a que indaguemos, a que nos adentremos en ese mundo oscuro hasta ese instante. Nos crea la duda. Esa duda que nos enseña.

De igual forma, en otros aspectos de nuestra vida, tenemos que ser un poco escépticos, un poco inconformistas, un poco o un mucho valientes, para encarar los problemas que nos aparezcan. Echarle narices y apechar con las consecuencias.

Actitud positiva y mente abierta. Los momentos pasan, las condiciones cambian, pero nosotros debemos adaptarnos.

‘Si esperas resultados diferentes, no hagas lo mismo’ atribuida a Einstein, o a Franklin, o a no sé yo cuántos más. Mía seguro que no es, aunque la tengo guardada, así que en parte, solo en parte, sí que es un poco mía.

En mi casa jugamos así, es otra respuesta igual de estúpida.

Eso es lo que se denomina 'paradigma', algo que se tiene como verdad, verdad que nadie comprueba, y que se toma de base para cualquier teoría.

Hasta la próxima. Si no nos vemos antes.

2 comentarios:

  1. Interesante experimento. Extrapolable a tantos ámbitos y de rabiosa actualidad. Me quedo por aquí a rebuscar en tu cajón. Si alguna circunstancia impide a las ramas de un árbol recibir la luz solar, éstas crecen en otras direcciones para alcanzar los rayos de sol. No importa en qué dirección pero crezcamos siempre. Un abrazo.

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  2. Tienes razón, aunque al tratarse de humanos la cosa cambia. Es más fácil quedarse quieto que intentar moverse, incluso sin saber si el resultado es mejor o peor, pero por si las moscas...
    Rebusca, rebusca. Seguimos. Otro abrazo.

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